(México,
1939-2014) Poeta, narrador, ensayista y traductor mexicano, cuya cultura
literaria y sensibilidad poética lo convirtieron en uno de los
miembros más destacados de la llamada Generación del Medio Siglo.
Estudió
derecho y letras en la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM)
La
poesía de Pacheco se caracteriza por una depuración extrema. Sus
versos carecen de ornamentos inútiles y están escritos con un
lenguaje cotidiano que los hace engañosamente sencillos. La
conciencia de lo efímero es uno de sus temas centrales, pero su
poesía es a menudo irónica, llena de notas de humor negro y
parodia, y muestra una continua experimentación en el plano formal.
Para Pacheco, el poeta es el crítico de su tiempo y un metafísico
preocupado por el sentido de la historia. Cree en el carácter
popular de la escritura, que carece de autor específico y pertenece
a todos.
Su
producción poética alterna así lo trascendente y lo inmediato,
siempre con un estilo muy personal. Ello se aprecia en Los
elementos de la noche (1963), El
reposo del fuego (1966), No
me preguntes cómo pasa el tiempo (1964)
y Los
trabajos del mar (1983).
En
el terreno de la narrativa corta, escribió libros como El
principio del placer (1972),
donde demostró su dominio del relato breve e hiperbreve. Sus dos
novelas son ejemplo de sabiduría narrativa: la primera, Morirás
lejos (1967),
es un audaz experimento que juega con diversos planos narrativos; la
segunda, Las
batallas en el desierto(1981),
es una evocadora y agridulce historia de amor imposible, llena de
nostalgia.
Que
otros hagan aún
el gran poema
los libros unitarios
las rotundas
obras que sean espejo
de armonía
A mí sólo me importa
el testimonio
del momento que pasa
las palabras
que dicta en su fluir
el tiempo en vuelo
La poesía que busco
es como un diario
en donde no hay proyecto
ni medida.
el gran poema
los libros unitarios
las rotundas
obras que sean espejo
de armonía
A mí sólo me importa
el testimonio
del momento que pasa
las palabras
que dicta en su fluir
el tiempo en vuelo
La poesía que busco
es como un diario
en donde no hay proyecto
ni medida.
Entre
el 58 y el 60 mil veces
hablamos de Vallejo y del otro Vallejo.
Hicimos planes que jamás se cumplieron.
Publicamos revistas y colecciones efímeras.
Aprendimos que no se escribe en el vacío.
Somos el instrumento y la consecuencia
de lo que está pasando tras la ventana en la calle.
Otra lección:
dar importancia a la tarea, no al productor.
Nunca creernos "escritores".
(Como trasfondo
siempre las carcajadas de Monsiváis y Luis Prieto.)
Allí también, en ese departamento sin muebles casi,
Virginia Woolf, Henry James, E. M. Forster.
Y por supuesto Borges, Paz, Carpentier y Neruda.
Y dos entonces desconocidos en México:
Julio Cortázar y Juan Carlos Onetti.
Algo salió de aquellas tardes en apariencia perdidas.
Y, contra todo, somos lo que queríamos ser entonces.
hablamos de Vallejo y del otro Vallejo.
Hicimos planes que jamás se cumplieron.
Publicamos revistas y colecciones efímeras.
Aprendimos que no se escribe en el vacío.
Somos el instrumento y la consecuencia
de lo que está pasando tras la ventana en la calle.
Otra lección:
dar importancia a la tarea, no al productor.
Nunca creernos "escritores".
(Como trasfondo
siempre las carcajadas de Monsiváis y Luis Prieto.)
Allí también, en ese departamento sin muebles casi,
Virginia Woolf, Henry James, E. M. Forster.
Y por supuesto Borges, Paz, Carpentier y Neruda.
Y dos entonces desconocidos en México:
Julio Cortázar y Juan Carlos Onetti.
Algo salió de aquellas tardes en apariencia perdidas.
Y, contra todo, somos lo que queríamos ser entonces.
Harto
estoy de mi vieja tierra,
de
mi país cobarde y salvaje.
Cómo
quisiera ir hacia el norte.
Allí
me dicen que la gente es limpia,
noble,
culta, feliz, rica, despierta.
En
la congregación
me
desaprobarían mis hermanos.
“Como
ave que deja el nido
es
el hombre que parte de su lugar”.
Y
yo, a lo lejos, cómo iba a reírme
de
la ley y la antigua sabiduría
de
este mi pueblo yermo.
Pero
no cumpliré nunca mi sueño
y
aquí voy a quedarme hasta la muerte.
Pues
yo también soy cobarde y salvaje
y
amo con un desesperante dolor
mi
patria pobre, sucia y desdichada”.
No
amo mi patria.
Su
fulgor abstracto es inasible.
Pero
(aunque suene mal)
daría
la vida
por
diez lugares suyos,
ciertas
gentes,
puertos,
bosques de pinos, fortalezas,
una
ciudad deshecha, gris, monstruosa,
varias
figuras de su historia
montañas
(y
tres o cuatro ríos)
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